lunes, 27 de julio de 2009

Voy a por mi primera maratón

Hoy, por primera vez, he tenido la sensación de que podría terminar una maratón. He entrenado 1:15 minutos, y no me he sentido (al menos hasta pasar de la hora) ni extremadamente cansado, ni dolorido, ni axfisiado, como tantas veces me he sentido al entrenar menos tiempo. Pero son cuatro horas, mínimo, las que voy a necesitar...o sea, que lo que hoy he hecho lo voy a tener que repetir otras tres veces...eso me ha llevado a pensar que no va ser tarea fácil. Por supuesto, eso ya lo sabía, pero es diferente pensarlo así, en abstracto, que darte cuenta de lo que te espera, sufrirlo en una pequeña parte en tus carnes.

Esta semana he tomado la decisión. La maratón de San Sebastián, el 29 de Noviembre, es el objetivo. Ya me he incrito y todo. Es la primera vez que entreno tres días en una semana desde hace mucho (creo que desde las vacaciones de Agosto del año pasado, en que me tomé en serio eso de correr por las mañanas...durante una semana)

¿Qué entrenamiento seguir? Sé que hay muchos programas de entrenamiento por ahí, y no digamos en Internet, pero he preferido comprar un libro -qué le vamos ha hacer, soy de la vieja época-. Tras hojear varios, me he decidido por uno que me ha atraído por su la forma en que estaba escrito (un capítulo de información diversa y anécdotas con la excusa de cada una de las 16 semanas de entrenamiento de que consta el programa); porque estaba dirigido específicamente a principiantes; y sobre todo porque las sesiones de entramiento eran menos y menos largas que en otros libros que he visto. Cuatro días de entreno cada semana, y como máximo 29 Kilómetros -en la sesión larga de la semana 13-.

¿Cómo de largo hay que entrenar? Creo que es una pregunta que cada uno responde de forma diferente. En Robotiker hay una cuantos corricolaris que entrenan a mediodía varios días or semana. Entree ellos Alex desconfiaba de tan largas sesiones, mientras que Isi decía que le habían venido de maravilla para preparar su primera maratón. Ambos corrieron precisamente la de San Sebastián de hace dos años. Aunque ambos siguieron el mismo plan de entrenamientos, uno, con fiebre la última semana, sufrió desde el inicio de la carrera y terminó, totalmente roto, por pura cabezonería (me hacía gracia cuando el otro día me contabaque, tras acabar destrozado, sopesaba, a la hora de entrar a los vestuarios, si subir por las escaleras -que le exigirían un esfuerzo sobrehumano para levantar las piernas-, o subir por la rampa, que le parecía tan larga y empinada que no estaba seguro de llegar hasta arriba); el otro, en cambio, lo hizo mejor de lo esperado, y mucho más rápido que el uno. Además, creo que había una apuesta por medio, y me temo que eso ha contribuído a las distintas perspectivas sobre la cuestión que tiene cada uno.

Yo, por mi parte, espero terminar la maratón, lo que por ahora me parece ya una tarea titánica. Ya sé que todo es cuestión de entrenarse, pero viendo cómo (no) lo he hecho en los últimos...años, entenderán mis dudas. No obstante, espero que la experiencia de aquellas tres (¿o fueron cuatro?) Behobia-San Sebastián que corrí hace..., vamos, cuando aún no era padre de familia, empujado por la afición de mi hermano pequeño -al que le dió por correr entonces y ya no ha parado, aunque ahora lo haga, como las cabras, por el monte- me sirvan. De hecho, mi marca ha sido mejor que la suya hasta que recientemente él, de puro correr, la ha mejorado con creces.

4 comentarios:

  1. La mención de la escalera/rampa me trae recuerdos dolorosos. Fue en la maratón de hace tres años. Nada más cruzar la meta había cuatro escalones que llevaban a vestuarios. Pues bien, el recuerdo más duro que tengo de esa maratón corresponde a esos cuatro escalones. Eran hacia abajo...
    En realidad los más duro de una maraton no es correrla sino prepararla. Yo también he sido de los que han optado por entrenos largos. Me daba la sensación de que las dos horas se me quedaban escasas (teniendo en cuenta que necesitaría tres y media para terminar) y alargaba progresivamente el entreno largo de la semana cinco o diez minutos hasta llegar a las dos horas y media. Si notais que hablo en pasado es porque este año me he propuesto no superar la dos horas y que sea lo que Dios quiera. Cada maestrillo tiene su librillo. Cada vez que conozco a alguien que corre maratones le pregunto cuanto dura su entrenamiento más largo, cuantos kilómetros, etc. Casi nadie hace más de dos horas, así que este año me arriesgaré y haré eso mismo.
    Desde luego, una maratón nada tiene que ver con la Beobia. Basta con fijarse en el ambiente de la salida: nadie hace bromas, pocos sonrien, nadie está disfrazado, algunos te dan la mano como si te dieran el pésame...
    Nunca he conseguido hacer la maratón perfecta, que se supone que es aquella en la que en la segunda mitad tardas lo mismo que en la primera. Es imposible no acelerarte al comienzo, en la primera hora, cuando no sientes el cansancio y las piernas van solas. Tengo un recuerdo grabado de la primera que corrí. Al pasar por la alfombra de la media maratón me dí cuenta de que iba MÁS FRESCO QUE AL PRINCIPIO. Parece mentira pero así fue. Iba tan eufórico que sin darme cuenta aceleré un poquito y empecé a pasar gente y más gente. pobrecitos, pensaba yo, han salido demasiado rápido y ahora lo están pagando. Hasta que llegué al dichoso km 30 y su muro. A veces se me aparece ahí, otras en el 32, otras en el 35, pero nunca he podido acabar un maratón (he acabado siete, y empezado) sin el sufrimiento del final. Recuerdo uno en el que lo pasé realmente mal. Cada km tenía que parar dos veces para estirar los gemelos, primero uno y a los 500 m el otro. Recuerdo que estaba rodeando el estadio de Anoeta, me faltarían escasamente dos minutos para llegar a meta, y cuando me paré a estirar un señor que veía la carrera va y me dice "pero hombre, ¿qué haces?, si la meta está AHÍ MISMO...". Ja. No existe semejante cosa en los kms finales de un maratón. Nada está "ahí mismo". Nada viene rápido. Todo se arrastra como a cámara lenta. Sólo avanzan rápido los atletas que te pasan y tus pensamientos, que no paran de decirte "ojalá ya estuviera en Anoeta, ojalá ya estuviera en Anoeta, ojalá...". Así hasta que por fin llegas y esperas que te asalten las famosas ganas de llorar, el orgulo de haber hecho una proeza, los recuerdos de tantos y tantos días entrenando solo como un idiota, con la gente mirándote y pensando qué colgao, si hace siete txikitos ya estaba corriendo y el bobo de él sigue ahí, será que el pobre no tiene novia y se aburre, además, correr es de cobardes, y esperas esa sensación como de orgasmo que has leído en todas partes que te llena cuando acabas tu primer maratón, la plenitud, el súmun, el paraíso en la tierra, la catársis, la ostia en vinagre... Pero no. Nada. Sólo sientes que estás muy cansado y piensas qué bueno es estar parado, no tener que correr,no tener que dar un paso detrás de otro todo el tiempo por fin gracias Dios mío se ha terminado esta mierda se acabó a tomar por culo jamás volveré a hacerlo creo que voy a dormir una siesta de tres horas. Eso, y cuatro escalones.
    En fin, ya sabeis eso que dicen de las tres cosas que hay que hacer en la vida antes de morir: escribir un libro, tener un hijo, y correr un maratón. Yo, por si acaso, acumulo maratones...

    ResponderEliminar
  2. Jo, el comentario de Zigor me ha llegado al alma. El comentario que yo mas escuche después de esa maratón fue "como es posible que termines una maratón y te lo tomes como un fracaso".

    Pues así, es como lo asumí un fracaso por haber empezado tarde a prepararla, saber que lo podías haber echo bastante mejor, entrenando en serio, comiendo mejor,... como sacar un 4,9 después de pasarte el verano "estudiando",...

    ResponderEliminar
  3. Joder, Zigor, vaya ánimos que me das. Pero hay algo que no acabo de entender: ¿En qué qedamos? ¿No era más duro prepararla que correrla? Pues menos mal.
    De todas formas, algo tendrá para que después de esa descripción vayas a por la octava...y tú a por la segunda, ¿eh Txipi?

    ResponderEliminar
  4. Vale, vale. Igual me he pasado un poco con la descripción. Licencias literarias, ya sabes. lo que quería decir era que se me hace más duro entrenar durante tres meses que sufrir como un cabrón durante una hora. Pero tú ánimo eh, ánimo, que no es para tanto, además, con lo poco que pesas no te costará casi nada...

    ResponderEliminar