martes, 23 de noviembre de 2010

Behobia/SS 2010

La semana pasada corrí la Behobia-San Sebastian, edición número 46, con más de 20.000 personas inscritas. Miro en casa la camiseta de la primera que corrí, y que conservo como una reliquia...y pone edición numero 30 (o sea, en el año 1994). Ya queda lejos. Es la carrera de esa distancia con mayor participación en España, y una de las más populares de Europa. Ni en grandes ciudades como Barcelona, Valencia se consigue semejante participación. Sin ir más lejos, la Herri Krosa, que se corre en Bilbao sobre 10Km desde hace 23 años, congregó este año a unas 7.000 personas. Sin embargo, en ningún momento sentí una sensación de aglomeración como podía pensarse. La organización ha mejorado, el chip permite salidas escalonadas, los grupos por colores se concentran en zonas distintas y, a la hora de correr, aunque nunca vas sólo, puedes seguir tu ritmo más o menos. La salida es, todavía, el momento peor, hasta que cada uno encuentra su sitio.


Para mí éste año la Behobia es la antesala de la maratón, que llega en dos semanas. Aunque es imposible tomárselo como un simple entrenamiento. Al menos para mí. La carrera, el ambiente que te rodea, los amigos que te encuentras, las ganas de hacerlo bien, el público...hacen que la adrenalina circule e intentes dar el máximo.

Ya no recordaba lo que era el barullo de la zona de salida. Al haber tanta gente, tienes que presentarte con mucha antelación. Dos horas antes ya estábamos, mi hermano y yo, bajando del autobús que nos trajo de Orio. Todavía pronto para cambiarse, y no digamos para calentar. Paseamos de un lado a otro viendo la multitud. Miramos al cielo, no llueve, pero ya lo ha hecho, y tiene toda la pinta de que volverá a hacerlo. La gente hace cola en lo urinarios portátiles que han instalado. Hay muchos, pero parece que no suficientes.

Decidimos quitarnos ya los chandalls y elegir la camiseta. Zigor se pone una sin mangas. Yo la de Tecnalia, claro, pero me pongo una de manga corta por debajo, que saldré media hora más tarde y no quiero pasar frío. Nos ponemos uns plásticos como chubasqueros, que nos darán calor hasta la hora de salida. Entregamos las bolsas en los camiones de la organización. Justo entonces empieza a llover. Y ya no parará en todo el día. No nos queda otra que meternos a cubierto en la gasolinera, con decenas de corredores que esperan a la salida. Charlamos con algún amigo, que si cúanto vas a hacer, que si llevo tantos kilómetros en las piernas, que si el año que viene lo corro más tranquilo, sólo para disfutar...Se va acercando la hora de la salida y nos despedimos, cada uno a lo suyo. Nos veremos en la meta.

Veo la salida oficial como un espectador más. Pasan los favoritos como flechas. Esa no es mi carrera. Corro un poco por la orilla del río Bidasoa, donde reman varios piragüistas. Me fijo en la cantidad de gente que calienta, corriendo en manadas, dando vueltas como en círculos, con los plásticos y las camisetas de colores, sacándose fotos para el recuerdo. Me parece un rito, una celebración multitudinaria a la que asisto como espectador, como si lo viese todo desde fuera. Pero voy a participar. Participo.

La hora de mi salida se acerca. Voy hacia la zona de mi grupo. Son los dorsales blancos, los que no tienen tiempo acreditado, los más lentos, los últimos en salir. Intento colocarme al principio, porque seré -espero- de los más rápidos del grupo. Al menos correré libre al pricipio, pienso. La música ambiente y el speaker te hacen saltar. La gente está de buen humor, a pesar del mal tiempo. Es la culminación de un trabajo de muchos meses. cada uno en su escala, han -hemos- trabajado para hacerlo bien este día. Ponen música movida, que nadie se quede quieto. Recuerdo cosas como el China Girl de David Bowie, Give me Hope de Eddy Grant y el When the Streets Have No Name de U2 (que siempre que lo oigo me recuerda, inevitablemente, el inicio de aquel memorable concierto que les ví en Madrid,  teloneados por Pretenders y UB40). Inevitable acabar saltando. El 'chubasquero' me sobra y lo tiro a un lado. Las cunetas están llenas de plásticos y camisetas que la gente usa mientras calienta y tira antes de salir.


Al dar la salida se libera toda la tensión contenida (que en mi caso debía ser mucha porque, como me daría cuenta  al día siguiente al ver los parciales- hice el primer 5.000 exageradamente rápido; tanto que no lo mejoré en todo el trayecto; vamos, que hasta lo hice el más rápido de Robotike-Tecnalia, aunque al final  Alex me sacó más de 5 minutos). Corremos fuerte, pero al poco rato ya alcanzamos a los de la salida anterior, que salieron 4 minutos antes.


A partir de ahí, toda la carrera sería para mí un poco incómoda, buscando cada poco resquicios por los que pasar para adelantar a los corredores que van más lentos. Ahí si se notan los 20.000 que somos. No pude disfrutar del camino como hubiese querido, de la gente que se agolpaba a los costados y animaba bajo los paraguas.
Perfil de la carrera

De todos modos, recobré viejas sensaciones, recuerdos olvidados por las calles de Irún; la subida a Gaintxurizketa, que hago necesariamente despacio para recuperar el aliento, y donde me pasan como una exhalación los etíopes que salieron detras de todos por un error; los toboganes camino de Lezo, cuyas bajadas me dejarían una agujetas considerables, y donde me pasa alguien de Tecnalia y me anima; veo un tipo en camiseta sin mangas con el todoterreno aparcado en el arcén y la música a todo volumen, agitando un palo enorme sobre nuestras cabezas, con una bandera pirata y la ikurriña juntas mientras nos grita ánimo; el puerto de Pasajes, sorprendentemente lleno de gente por lo que recordaba, y demasiado estrecho para pasar con comodidad, y donde alguien que no conozco -pero que no me importaría conocer- me anima por mi nombre ¡Aupa Iñaki! y me deja un rato descolocado, hasta que caigo en la cuenta de que el nombre va escrito en el dorsal; alcanzo allí a una liebre de 1:40 que salió con los dorsales naranjas, unos ocho minutos antes que yo; la llegada a Donostia por la cuesta de Miracruz, que subí con muchas ganas; ya llevaba rato viendo dorsales azules a mi alrededor, que habían salido once minutos antes; la bajada hacia la Zurriola, aquí voy a dejar lo que me queda; la recta del Kursaal, tengo que aguantar así hasta el final, vamos; el último kilómetro, que dicen que es comparable al de la maratón de Nueva York por el gentío que anima, pero en el que no me fijo casi; el Boulevard, la llegada que ya tiene que estar cerca, pero que no llega, ¿dónde está la meta entre tanta pancarta? el resuello que me falta, que recta más larga ¡por Dios!, los últimos metros, cruzo la meta, recupero el aliento...

Cruzando el Puente de la Zurriola, en la interminable recta de meta.

Sigue lloviendo, me doy cuenta de que estoy mojado de arriba a abajo. No ha parado de llover en toda la carrera, pero ni me he dado cuenta. No tengo frío todavía, pero me apresuro a beber algo y seguir la riada de gente hacia la plaza de Guipúzcoa, donde puedo recoger mi bolsa con ropa seca. Cuando llego ya tengo frío. Mi hermano me espera ya cambiado. Entre que ha hecho un tiempo de 1:24 y que ha salido media hora antes...Nos metemos en un portal donde hay más corredores. Fuera llueve y hace frío. Algún vecino nos felicita al entrar, otro se lo toma a mal y nos echa la bronca. Lo siento, amigo. Pero no hacemos nada malo. Es hora de tomar algo caliente y volver a casa en autobús mientras hablamos de la carrera. Un año más.

Estos son los tiempos de los Robotikeros que hemos participado:
Alex: 1:31:15
Txutxi: 1:33:03
Yo: 1:36:39
Ibon:1:51:43


viernes, 12 de noviembre de 2010

Temporada 2

Ha pasado casi un año desde que escribí la última entrada en este blog. No ha sido nada premeditado, más bien todo lo contrario. De hecho, escribí unos cuantos borradores...pero por una cosa u otra, al final no los publicaba. Está claro, como he leído por ahí, que es mucho más sencillo crear un blog que mantenerlo. Pero mucho, mucho. La verdad es que si se tiene un blog, se tiene. Pero tenerlo para esto...

Y mira que ha habido cosas interesantes sobre las que escribir: el retorno de la Real a primera tras tres años de sufrimiento en segunda división; la victoria -por primera vez en la historia- de la selección española en el mundial de Sudáfrica, la de Urdaibai en la Concha -que también es la primera vez- rompiendo los pronósticos que daban al Kaiku de Korta como ganador por segundo año consecutivo...Vaya, veo que sólo recuerdo eventos deportivos.

Pero no sólo de fútbol -y remo- vive el hombre. También hemos continuado viendo las consecuencias de la crisis económica: más gente sin trabajo y en situaciones difíciles en el entorno de uno; la fusión por etapas y con suspense de Tecnalia, con la decisión de la futura sede aún el aire; el final de un proyecto -vitalas- en el que he trabajado intensamente a lo largo de tres años, y que ahora deja paso a otros...

Ah!, y mi segunda maratón, que está a la vuelta de la esquina. Estoy en la semana 15 de 17. O mejor, pensando en ello como una cuenta atrás, en la semana -3. Han sido muchos días de entrenamiento hasta aquí, con algún que otro contratiempo. Espero tener suerte de aquí en adelante y poder disputarla en condiciones. Y que salga tan bien como la primera. Para empezar, este domingo corro la Behobia-San Sebastian. En parte como entrenamiento, y en parte porque me apetecía recuperar esta carrera, que corrí unas pocas veces en los años 90, cuando eran 10.000 los participantes. Ya aquello era como una -bendita- locura, así que imaginaros ahora, con 20.000 corredores. Las salidas escalonadas y los chips hacen que todo esté mejor organizado. Seremos varios los compañeros que la corremos, aunque no será fácil que nos encontremos entre tanta gente.

Bueno, esta vez no prometo nada, que me conozco, pero espero escribir otra vez antes de que pase un año. Además, de algunas de las cosas que he citado arriba, y de otras, me apetece hablar un poquito, con más espacio. Agur.