sábado, 28 de noviembre de 2009

Semana 16/16: La suerte está echada

Estoy escribiendo esto mientras veo un capítulo de Caso Abierto. Debería irme a la cama ya, pero este capítulo lleva canciones de Bruce Springsteen, una detrás de otra, y no puedo hacerle un feo al Boss. La historia va sobre cuatro amigos, dos parejas, que van en un descapotable precioso. Luego las cosas se complican, hay una boda con embarazo, una separación triste, cruce de parejas, negocios ilegales, matones, robos de coches...No puede ser más Springsteeniano.

Es una de las series que me acompañan tras los entrenamientos, que últimamente hago de noche, un poco tarde. Así que suelo acabar de estirar, ducharme y cenar -no siempre en ése orden- a las tantas. También suelo ver Sin rastro. Las dos producidas por Jerry Bruckeimer (que tendrá el tipo que acierta tanto con casi todo lo que produce) o Bones, de la que me gustaba sobre todo la tensión sexual entre los dos protagonistas. Últimamente también me atrae Miénteme, con sus paranoias de si lo que se dice con las palabras es desmentido o confirmado por los gestos, menudo lío ser un experto...

Bueno, que ha llegado la última semana. Ya casi no se entrena (salir y volver antes de media hora, pero ¿qué entrenamiento es ése? Si no da tiempo a sudar). Dos días suaves de 5-6 Km y eso es todo. La suerte está echada. Lo que tenga que ser el domingo, será. No se puede hacer más ahora.

Han sido 16 semanas de entrenamiento (bueno, en realidad me colé y empecé una antes, así que han sido finalmente 17), empezando con la vacaciones de Agosto. Cuatro meses completos. Cuatro días por semana. Empezando con 24 Km semanales y subiendo hasta los 58 Km en la semana 13. Un total de 671 Km. 68 días de entrenamiento,  de calor, de viento, de lluvia, de frío. Entrenamientos de mañana (sobre todo los domingos), de tarde y de noche.




He corrido en Getxo, en Orio, en la Costa del Maresme durante las vacaciones. He corrido por París, por Munich, por Bruselas y hasta en Finlandia, cerca de la frontera rusa. He fallado solamente tres días, por temas de agenda, por salud o por necesitar descanso. Pero mi escenario habitual ha sido el paseo del muelle de las Arenas, desde el Puente Colgante hasta el Puerto Viejo de Algorta, y de noche.

He entrenado a horas intempestivas -para mí- como a las 7 de la mañana (que serían en realidad las 6 si contamos la diferencia horaria). He corrido tras haber dormido sólo 5 horas, por no querer perderme alguna cena la víspera con los amigos. He salido a correr a las 10 y media de la noche, cruzándome solamente con quienes pasean a sus perros a esas horas. He corrido de noche por la playa bajo la luz de la luna, sin ver el suelo que pisaba y guiándome por las luces lejanas.

Ha estado bien. Pero, la verdad sea dicha, estoy deseando que llegue el día para descansar un poco y dejar atrás todo este ajetreo.


He mirado el tiempo para el domingo y parece que justo empieza el invierno ese día: viento fuerte, frío y chaparrones. Qué pena, pero habrá que poner al mal tiempo buena cara. El problema, aparte de la molestia del viento, es la lluvia. ¿Llevo chubasquero? Y si no llueve casi, ¿me asfixio con él o me lo pongo a la cintura? Cuatro horas son muchas para llevarlo de sobra.

Mi hermano Zigor correrá conmigo, no sé seguro si porque se apiada de mí y no quiere dejarme sólo o porque de verdad le apetece correr más despacio esta vez -tiene una marca de 3:15 en una de las varias maratones que ha corrido. Es curioso, ahora que lo pienso, parece que hace de hermano mayor conmigo en esto de correr. Empecé a correr cuando el ya llevaba varias Behobias, para ver qué era eso que tanto le gustaba. Yo siempre había corrido como entrenamiento para otras cosas -bueno, fútbol y fútbol sala, no nos engañemos- no correr para correr.

La idea es salir suave, como para terminar por encima de las cuatro horas, y a partir de la mitad de carrera ya veremos si me quedan ganas de apretar. Mi colega Alex me pregunta si voy a batir su record de 4 horas, en la última maratón nocturna de Bilbao. Le he dicho que no se preocupe, que es mi primera maraton y que he entrenado con el objetivo de acabar. Ésa era, al menos, la intención inicial. Aunque, en realidad, en mi fuero interno, y tras las últimas pruebas, sí pienso que voy a bajar de ese tiempo.

En el libro se insiste en no cambiar de objetivo, en no marcarse tiempos. Incluso se recomienda no llevar cronómetro, consejo al que no voy a hacer caso, por supuesto. Claro que, bien mirado, he entrenado un poquito más largo que el plan marcado, y he introducido algunas series aquí y allá, que en el libro no estaban tampoco. Y además, para acabar en 4 horas basta ir a 5:40 minutos el kilómetro, que tampoco me parece tan rápido. Así que...¿quien sabe?

lunes, 16 de noviembre de 2009

Semana 13/16: La última de las GRANDES


Así es como la titula mi libro de entrenamiento. Se refiere, claro está, a la distancia a cubrir el domingo, que es grande. Pero grande, grande. Concretamente 29 Km.

Yo, para redondearla y, porque en otros planes recomiendan pasar de los 30 un par de veces al menos, me propuse correr 30 Km, ni más, ni menos. Y lo de última viene a reflejar que es la semana a partir de la cual la distancia de entrenamiento va bajando poco a poco, hasta llegar al día de la maratón.

Pues en mi caso no sólo va ser la última, sino que es la primera de esa magnitud (la semana pasada no me encontraba con la salud y fuerza necesarias para correr los 30 Km que me correspondían, así que acorté el entrenamiento dominical a sólo dos horas. Pero ésa es otra historia)

Será casualidad, pero hace poco me encontré, mientras hacía la compra, el libro "El día D" de Antony Beevor, sobre el desembarco de Normandía (también conocido como "el día más largo", esta semana va de largos). Me quedé con las ganas de comprarlo, pero ya caerá.


Esta semana sigo con mis problemas de salud. No tengo fiebre, pero el catarro y la fuerte tos no me abandonan. Es la segunda semana que me siento así de flojo. Incluso dejo lunes y martes de descanso, a ver si para el miércoles estoy mejor, pero nada.

Día 1: Corriendo por la orilla del Sena

Resulta que el miercoles amanezco en París para una reunión del proyecto Vitalas, y no puedo retrasar más los entrenamientos. Así que la noche anterior planifico el recorrido -de unos 8 Km- partiendo del hotel. Como no veo un parque lo suficientemente grande y cercano, pienso en salir desde la Place de l'Italie directamente hacia el Sena, y por allí espero correr más tranquilo que por las aceras.

La noche anterior tuvimos una cena -mitad trabajo, mitad placer- pero nos retiramos a una hora prudencial para poder descansar. Tanto mi compañera de viaje como yo andábamos justos de salud, y nos pasamos la cena tosiendo (recuerdo que estamos en la época de la gripe A, y varios compañeros habían estado ya de baja...).

Total, que para las 7:30 estaba yo corriendo por las aceras. Gente, tráfico, pasos de cebra, semáforos...no es el entorno ideal para entrenar, pero bueno. Una vez llego al río, la cosa mejora. Encuentro paseos poe debajo del nivel de las calles, que son peatonales, Sigo a algunos corricalaris que me encuentro, y me llevan sin darme cuenta hasta que veo la catedral de Notre Dame enfrente. Quisiera seguir, pero he pasado ya la mitad del tiempo previsto, y tengo que volver a toda prisa. Entonces me doy cuenta que la ida era más bien cuesta abajo, así que finalmente llego al hotel justito de tiempo...y de aliento. ¿La reunión? bien, gracias.

Día 2

Al día siguiente, ya en casa, me tocan los 12Km de rigor. Intento hacer un entrenamiento más intenso que el mero trote, a pesar de no estar del todo bien de salud. Tras calentar media hora, hago una serie de 1Km + 2Km + 2 Km, desde 5'30'' hasta 5'. (Todo ello aproximadamente, porque en el paseo de Las Arenas no están marcados los Km, pero de tanto pasar por allí y gracias a Google Maps me los conozco un poco)

Día 3

Decido cancelar el entrenamiento del viernes. Y van dos en dos semanas. Espero que sea para bien (seguro que, al menos, mi cuerpo me lo agradece)

Día 4

Hoy es el dia en que se corre la Behobia, carrera popular histórica donde las haya. Tanto que se corre ya la edición número 31, creo. "La behobia-San Sebastián es más que una carrera" como reza en su web. Varios colegas y amigos la van a correr hoy. Serán parte de los más de 18.000 atletas inscritos, que se dice pronto (basta compararla con la multitudinaria Herri Krosa, en la que correrán 7.700, siendo el recorrido de 10 Km, la mitad de la Behobia). Yo no, dadas las circunstancias, perfiero entrenar largo este fin de semana, ya que la pasada no pude. A última hora me ofrecieron un dorsal, pero solamente pensar en la organización, el transporte y demás lo descarté. Aunque todavía, desde que la corrí hace unos años, la verdad es que me tira. Mi hermano acabará haciendo hoy 1:25, y eso quejándose lo mal que lo pasó por el viento...sin comentarios.




Yo a lo mío. El plan es ir desde Algorta hasta Bilbao por la ría. Concretamente hasta el Zubi-zuri. Hace un día de perros, viento sur muy fuerte y lluvia a ratos. Salgo de casa antes de las 10. En el paseo del muelle primera parada obligada. Voy corriendo y veo el agua del puerto como rara, agitada a lo lejos, mientras cerca está en calma. No se ve la orilla opuesta. "Viene una tormenta" pienso, pero sigo corriendo. Hasta que me llegan las primeras ráfagas de viento y veo cómo llega una cortina de agua -es una expresión muy socorrida, pero esta vez la ví de verdad con mis propios ojos- hacia mí. Me da tiempo justo para guarecerme en el paso subterráneo, a Dios gracias. Tres minutos después despeja y sigo.

Aunque voy suave, suave, las pulsaciones van más áltas de lo normal (ayer fuí al médico porque tuve fiebre el día enterior, el catarro me acompaña todavía). Voy más lento que la vez anterior. Me quito y me pongo el chubasquero varias veces según pasan las rachas de lluvia. Me cruzo con corredores que me suenan de otros domingos. Un señor mayor, que corre siempre en mangas -y hoy no es excepción porque lleva un chaleco para la lluvia- me grita desde el otro arcén, señalando el cielo "¡es una nube!", como quitando importancia al mal tiempo. El viento sube por la ría, como yo, me da de espaldas. Llego al puente en 1:30, no está mal, me digo. Bebo un poco, estiro. Miro la hora, me doy cuenta que la Behobia ha empezado hace un cuarto de hora. Allá vamos, Zigor.

La vuelta va ser otra cosa. El viento en contra. Me cuesta avanzar. Al pasar las dos horas de entrenamiento paro alguna que otra vez, para ponerme el chubasqueo, para beber, simplemente para parar. Pienso si hacer uso del billete de cinco euros que llevo en el bolsillo, y repaso las estaciones de metro cercanas a mi ruta. Llego a pensar "de las Arenas no paso". Estoy realmente muy cansado al llegar al puente colgante, pero la estación está tan lejos...Una tormenta terrrible me hace resguardarme en un portal. Me alegro de haberme decidido por los culottes largos hoy. Incluso paso algo de frío, esperando que pare la lluvia, allí sentado, tosiendo. Finalmente sigo corriendo (es un decir) hasta casa. Llego tras tres horas y tres minutos de correr.

Nunca en mi vida he corrido tanto, ni he acabado tan cansado. Me entra un poco de miedo ante la maratón. De verdad que hoy era uno de los grandes.